martes, 25 de mayo de 2010

Y en el séptimo día, Dios se fue a "Alentar"

Así reza una pancarta en el Estadio del equipo argentino de futbol Boca Juniors, llamado La bombonera, una de las catedrales del fútbol.
Es en lugares como ese donde transcurren, por lo general los domingos,noventa minutos que no se juegan sólo en la cancha.
Ve y "alienta".El equipo te necesita.
Tú también lo necesitas.
A veces tú más que los jugadores.
Mi amigo M. le da una explicación académica a esa necesidad. Habla del carácter primitivo de expresarse con total desafuero, alternando momentos de lucidez con la irracionalidad más pura de gritar cualquier barbaridad al equipo contrario, al árbitro, a los propios jugadores de tu equipo, al clima, al estado de la cancha, a la federación con su eterno presidente bigotudo; a decir verdad, a cualquier maldita cosa de la existencia humana.Habla de que, a pesar de años de civilización, seguimos manteniendo ciertas válvulas de escape para dejar salir a nuestro salvaje interior.
Si, puede ser.
Súmale un nacionalismo, un regionalismo,fanatismo,clases sociales, cerveza, mariguana, policías y el plato está servido.
Es por este plato que adoro ir al estadio de fútbol.
Por la pura e incontrolable irracionalidad que sus componentes generan.
Claro que me gusta el juego en sí, practicarlo con amigos, disfrutar de las jugadas, las genialidades de los cracks, la defensa inteligente de tu portería y mil cosas más.......De eso puedo hablar otro día, más ahora que viene el mundial.
Sí, claro que sí.
Pero todo esto no se compara con lo que ocurre cuando estoy en la grada de hincha.
Adrenalina congredada alrededor de 22 carajos dándole patadas a una pelota.
Alentar ganando o perdiendo.
Pura vida,en el séptimo día.

jueves, 13 de mayo de 2010

Delirio

Pude acercarme a esta novela, de la colombiana Laura Restrepo, gracias a la profesora Thamara y su seminario de "La realidad social de América Latina a través de su Literatura" que dicta (¿o dictaba?) en la Escuela de Ciencias Sociales de la UCAB.
Más allá de las reflexiones que pude hacer sobre la región del mundo donde vivo, de Colombia como vecino y de los rasgos comunes entre los países latinoamericanos, hubo un elemento que me impactó desde el momento en que lo pude percibir en la novela: el delirio generacional.
Historias dentro de la novela, que pudieran parecer estar sólo atadas por un vínculo de sangre y separadas por el tiempo, se tejen alrededor de un lazo más fuerte: la locura.
¿Hasta dónde se arrastran las pesadillas generacionales?
¿De dónde provienen?
¿Pueden llegar a resolverse?

lunes, 3 de mayo de 2010

(................)

Espero que sepas
que al verte a lo lejos
supe al instante
tu intención de carrera

Tu respiro al compás
del más suave hilo
tu expresión sin nombre
tu alma en vilo

Sin presencia marcada
y con ansia aparente
busqué acercarme
con extraño sigilo

Y al verte de cerca
supe de nuevo
que el sueño de luna
de siglos sin tiempo
no es del que corre,
no es del que mide,
sino por un instante
es tuyo y es mío